Comienza un nuevo año y nuestras clásicas intenciones de cambio reaparecen, este es el mejor año de nuestras vidas, ahora sí vamos a cambiar nuestra actitud, ahora sí todo saldrá tal como lo esperamos. Esta maravillosa energía poco a poco irá mermando, pero…¿qué sucedería si esta vez sí lográramos lo que tanto ansiamos, o al menos vamos allanando el camino?
Primero debemos ser concientes de una dolorosa pero gran verdad, cambiar hábitos y patrones no es una tarea nada sencilla de emprender, los muy malditos están demasiado arraigados en nuestro ser y años de condicionamiento no desaparecen en un soplido. Así que ansiedad ABSTENERSE, porque hay que comenzar el camino con mucha paciencia y amor.
Usualmente cometemos dos errores en cuanto a nuestros nuevos propósitos. Uno es el no saber exactamente quiénes somos. Esto nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad, intentar discernir cuáles son esos hábitos dañinos que nos contaminan, y si encontramos dificultad en resolverlo por nosotros mismos, siempre podemos estar atentos a los comentarios que hacen a nuestro alrededor. Muchas veces cuando algo nos lo dicen con frecuencia, por más que no nos agrade, quizás tenga algo de certeza, a estar abiertos a los consejos.
Otro error es no tener una imagen mental clara de hacia dónde queremos ir, una meta poco clara fácilmente se evaporará. Para reemplazar un viejo hábito vamos a necesitar mucho más que afirmaciones o la euforia del momento, requiere de un conocimiento profundo de nuestro ser, una clara imagen de lo que queremos mejorar o añadir a nuestra vida, es comenzar a cambiar nuestra manera de pensar hacia una que se adecúe más a lo que en realidad esperamos de nosotros. En muchas ocasiones esto requerirá de asesoría (terapia por ejemplo), un profundo compromiso y seguimiento de nuestro comportamiento.
Si no mantenemos estos consejos en mente, nuestros objetivos y deseos quedarán relegados en el olvido, hasta que un nuevo año aparezca con su promesa de mágico cambio.
Es hora de comenzar a responsabilizarnos por nuestra propia vida y nuestras conductas. Podemos comenzar a nutrir nuestro auto control, aprender a manejar nuestros impulsos, ansiedad, nuestra negación, ser lo suficientemente humildes para admitir que algo no lo estamos haciendo demasiado bien. Siempre digo que nuestros cambios deben nacer del amor y el respeto que tenemos que tenernos, no desde el odio, porque desde este lugar nada bueno puede surgir.
Cuando por ejemplo tenemos una resolución de levantarnos temprano y cedemos a la tentación de dormir un poco más, eso hará que nuestro día ya comience mal, porque estaremos desayunando a las apuradas, y a esos diez o veinte minutos que parecían tan importantes les vamos a reprochar con todo nuestro mal humor que las cosas no salieron como esperábamos. Las pequeñas decisiones del día a día tendrán un impacto muy fuerte en nuestra rutina a largo plazo.
Aprendamos a escucharnos cuidadosamente y seamos honestos con lo que queremos, tenemos que perseguir sueños y metas propias, no ajenas, ya que éstas inevitablemente conducirán a un camino de decepción y autodesprecio. Cuando intentamos serlo todo para todos, lo único que logramos es ser nadie para todos, de esta manera perdemos nuestro respeto y también el respeto de los demás. Las personas eficientes manejan sus vidas y sus vínculos mediante principios firmemente propios.
La realidad es que no existe un atajo para encontrar el éxito duradero (en cualquier ámbito de la vida), todo implicará esfuerzo y constancia. Hazte promesas y esfuérzate por cumplirlas, de esta manera le dirás constantemente a tu autoestima que eres fiel a ti mismo y ella comenzará a fortalecerse.
Así que este año haz tu lista, piensa qué es lo que realmente quieres cambiar o agregar en tu vida y ve hacia ello sin prisa, con calma, trabajando en ti mismo. Primero debes ser, convertirte en, es la manera en que saldrás triunfador. Sé tu propio amo.
El enfoque es bien importante para ver qué queremos lograr y cómo haremos para alcanzar esas metas. Muchas felicidades y bendiciones!!!